I couldn't help but wonder...
En quinto de media me enfrenté a la inevitable pregunta que todo estudiante en Lima se hace: ¿qué voy a estudiar? Y quizás incluso más intimidante hoy en día: ¿dónde? No es lo mismo elegir una universidad local que pensar en estudiar afuera. Esa duda me acompañó porque, además de las estereotipaciones hacia ciertas carreras —motivo que me alejó, por ejemplo, de querer estudiar arte—, se sumaba la idea de que el lugar donde estudias define tu futuro. Mientras los adultos celebraban el auge del crecimiento económico global, en mí —y creo que en varios también— crecía otro sentimiento: miedo. Miedo por costos que parecen inalcanzables, deudas estudiantiles que se convierten en carga y trabajos que se sienten cada vez más inaccesibles.
A principios de este año viajé al extranjero para visitar amigos que, como yo, estudiaron en un colegio en Perú. Pero hoy su realidad es distinta: viven y trabajan en contextos donde competir parece la regla. Hace unos años, irse afuera se veía como una hazaña, casi un símbolo de éxito; y sí, confieso que muchas veces eso me hacía sentir inferior. Sin embargo, ahora que estoy por graduarme y tuve la oportunidad de conversar con ellos, entendí que no todo es lo que parece.
Mis amigos están cursando maestrías y apenas ahora están consiguiendo sus primeras prácticas corporativas a través de esas universidades. Mientras tanto, yo ya vengo acumulando prácticas desde hace tres años. Y aquí está la paradoja: incluso para una pasantía en el extranjero se exige experiencia previa. Eso me hizo cuestionarme cómo espera el sistema que ingreses si lo mínimo que piden es algo que aún no has podido construir.
Cuando reviso la situación en Perú, los datos confirman esta percepción. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la tasa de desempleo juvenil (menores de 25 años) es de 11,3 %, frente a un 8 % entre los egresados universitarios. Y aunque suene contradictorio, un título no garantiza estabilidad: más del 70 % de los trabajadores peruanos están en la informalidad, porcentaje que llega a 85 % en jóvenes (EuroNews y The Rio Times reportaron estas cifras en 2024). Esto demuestra que hoy lo que realmente marca la diferencia no es el diploma colgado en la pared, sino las experiencias previas que uno pueda mostrar.
La buena noticia es que esta realidad nos da una ventana de oportunidad: aún podemos ganar experiencia antes de que los requisitos se vuelvan más estrictos. Prácticas, voluntariados, proyectos personales o colaboraciones freelance son credenciales igual de válidas y, en muchos casos, más atractivas para las empresas. De hecho, varios estudios internacionales resaltan que lo que más valoran los empleadores jóvenes no son los títulos acumulados, sino la capacidad de aprender rápido, adaptarse y demostrar resultados concretos.
Por eso, más que obsesionarse por qué estudiar o dónde hacerlo, lo importante debería ser preguntarnos:
¿Qué experiencias estoy construyendo hoy que realmente abrirán puertas mañana?
Hay muchísimas experiencias y extracurriculares que genuinamente no te quitan tanto tiempo hoy en día. Programas de consultoría universitaria, círculos de apreciación de las artes, revistas, debates, grupos de kpop… si te pones a pensar, todo esto acumula de alguna u otra manera exposición, socialización, reforzamiento de habilidades blandas y quizás lo más importante; networking
Cierro esta sosa reflexión haciendo un llamado a la exploración personal de nuestras propias pasiones, y darnos una palmadita moral en la espalda. Puede que parezca que nos estamos quedando atrás, pero si te pones a pensar, recién estamos empezando.
La verdad me gustó mucho cómo contaste tu experiencia porque es algo con lo que varios nos identificamos. Me pareció chévere que muestres que no todo lo de afuera es tan “perfecto” como lo pintan y que acá también se pueden hacer cosas valiosas. Lo de las prácticas y los datos que metiste lo hacen bien real, no solo opinión.
ResponderBorrarAl final lo que más me gustó fue el cierre, porque suena motivador y aterrizado: no es tanto qué ni dónde estudias, sino qué haces con lo que tienes. Ese recordatorio de que todavía recién empezamos me pareció brutal, porque da calma en medio de tanta presión.
Devoraste madrina, súper inspiradora tu historia. Me dio una chance de pensar en mi futuro, la info que diste tmb súper interesante. Muchas gracias por compartir tu experiencia laboral y darnos una oportunidad para crecer como persona <3.
ResponderBorrar